Baaj Nwaavjo I’tah Kukveni—Huellas Ancestrales del Monumento Nacional del Gran Cañón cumple dos años y todavía necesita nuestras voces para mantener protección
Por Daniela Zavala, Directora de Comunicaciones de HECHO.
Como muchas personas que llegan a Arizona, en cuanto me mudé a Phoenix estaba emocionada por visitar el Gran Cañón, el segundo parque nacional más visitado de los Estados Unidos y una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo.
Recuerdo estar de pie en un mirador del South Rim durante esa primera visita, completamente sin palabras. La inmensidad, el silencio, sus colores. Era más que impresionante. Fue una experiencia que me marcó profundamente.
Ese momento de asombro me dejó con ganas de más. Con los años, regresé una y otra vez, explorando más a fondo el cañón en cada ocasión.
Primero conocí las cascadas turquesas de Havasupai, un destino impresionante al que solo se puede acceder a pie, a caballo o en helicóptero, ubicado en un rincón al suroeste del Gran Cañón. Este lugar increíble y remoto es el hogar del pueblo Havasupai, que ha vivido en el Gran Cañón por más de 1,000 años.
Después de eso, hice caminatas desde el South Rim hasta el río Colorado en excursiones de un día. Pero el cañón seguía inspirándome a seguir explorando.
Eventualmente, emprendí la caminata de rim-to-rim, un desafiante recorrido de 24 millas desde el North Rim hasta el South Rim. Aunque terminé físicamente agotada, me sentí más enamorada del cañón que nunca. Estar inmersa en este paisaje tan único, rodeada por las imponentes capas de roca que revelan millones de años de historia, es una experiencia difícil de describir. La combinación de formaciones rocosas, vida silvestre, cascadas, vegetación y el río Colorado lo hizo inolvidable.
A pesar de todo el tiempo que pasé allí, no fue hasta que comencé a trabajar en HECHO que me enteré de que el Gran Cañón estaba bajo amenaza.
Me impactó enterarme del peligro que representa la minería de uranio en un lugar tan frágil y sagrado. Es una amenaza para una cuenca hidrográfica vital (el Río Colorado), recursos culturales, ecosistemas, y el sustento del pueblo Havasupai. Si su única fuente de agua se contamina, su supervivencia estaría en riesgo.
Las operaciones pasadas de minería de uranio ya han causado daños a tierras nativas, afectando a los pueblos indígenas del norte de Arizona. La idea de que esto pueda ocurrir dentro de los límites de un tesoro nacional es impensable. Y sin embargo, es una amenaza muy real.
Por eso, el 8 de agosto de 2023 fue un día histórico y muy emotivo. En una soleada mañana de un martes, tuve el honor de representar a HECHO en la designación oficial Baaj Nwaavjo I’tah Kukveni – Huellas Ancestrales del Monumento Nacional del Gran Cañón. Esta victoria tan esperada protegió casi un millón de acres de tierras públicas alrededor del parque nacional, el cual es un paisaje de valor cultural, histórico, ecológico, recreativo y económico sin igual.
Recuerdo el momento en que estaba en un mirador del parque nacional esa misma tarde después del evento, viendo el atardecer con lágrimas en los ojos mientras reflexionaba sobre lo que este lugar significa para mí y para tantas otras personas. Fueron necesarias décadas de defensa por parte de tribus, organizaciones conservacionistas, grupos recreativos, empresarios, líderes locales y miembros de la comunidad que se unieron para asegurar esta protección permanente.
Desafortunadamente, solo cinco meses después de la designación, Energy Fuels Resources comenzó a extraer mineral de uranio de la mina Pinyon Plain, ubicada a menos de seis millas de la entrada South Rim del Gran Cañón y dentro de los límites del monumento. Aunque la designación prohíbe nuevas concesiones mineras, la mina Pinyon Plain está exenta porque cuenta con un derecho existente válido bajo la Ley de Minería de 1872.
Además de las operaciones mineras actuales, el monumento enfrenta otras amenazas, incluyendo intentos de revocar su designación o reducir sus límites, a pesar del abrumador apoyo público por parte de los Arizonenses independientemente de su afiliación política. Según encuestas recientes, más de 80% de los arizonenses valora profundamente el Gran Cañón y quieren verlo protegido para las generaciones futuras.
Más allá de sus recursos culturales y naturales irremplazables, el Gran Cañón es la columna vertebral económica de las comunidades aledañas. Solo en 2022, casi cinco millones de visitantes gastaron más de 750 millones de dólares en las economías locales, apoyando cerca de 10,000 empleos y generando mil millones en producción económica. Un Gran Cañón sano y protegido es vital no solo por su pasado, sino también para nuestro futuro. La minería de uranio amenaza esta economía en crecimiento basada en el turismo y la recreación al aire libre.
Como senderista, he pasado más de una década explorando este paisaje, y como madre, quiero que mi hijo y las futuras generaciones puedan experimentarlo con el mismo asombro y libertad que yo. Celebremos el segundo aniversario de Baaj Nwaavjo I’tah Kukveni, pero también, mantengámonos vigilantes.